Hace un mes el autor me obsequió, lo que, a tiempo, le agradezco, un prototipo de su libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Lo leí con extremo cuidado. Me percaté de que me encontraba frente a un esfuerzo de relevancia en ciencia y literatura. No se trataba sólo de una disertación sobre el tiempo y su medición a lo largo de los siglos, tema de por sí atractivo, sino de un compendio de conocimientos históricos y científicos que parte desde los sumerios y babilonios, pasa por Egipto, China, India, Grecia, Roma, Bizancio, el cristianismo, el islamismo, con su detención en Poitiers, la bizarría, fuerza y debilidad de los papas en el Vaticano y en Aviñón, los concilios católicos, la Reforma religiosa y la consolidación de España, Francia e Inglaterra como paladines mundiales. Su opinión sobre Estados Unidos es muy valiosa.